Finalmente es reconocida la diversidad de los vinos chilenos

Hace muchos años atrás escribía casi en solitario acerca de la riqueza y potencia de la diversidad geográfica de Chile, lo cual era un “plus” para la vitivinicultura chilena al contar con tanta variedad de climas y suelos. En esa época sin embargo, la industria del vino seguía atada a los patrones tradicionales de producir vinos pesados y solo de algunas cepas en reconocidos valles que daban y aún dan vinos de gran calidad. Pero esas viñas grandes y medianas no avanzaban más allá en la búsqueda y producción de vinos “más interesantes”, de cepas no tan conocidas o alabadas, resultando en una sector vitivinícola que fue conocida y todavía oo es de producción de vinos buenos y baratos, y algunos críticos internacionales catalogaron a los vinos chilenos en general como vinos aburridos, sin sorpresas ni tampoco innovación.

Pues bien, ya pasados bastantes años, por fin ahora esos mismos críticos reconocen ahora la gran diversidad de los vinos chilenos actuales, y eso se da tras un periodo en que han “explotado” un gran número de productores pequeños y medianos en los más diversos valles vitivinícolas, con vinos de variedades no tan conocidas, lo que ha ampliado enormemente el abanico de la oferta de vinos nacionales, haciendo de estos una experiencia súper interesante de conocer, degustar y experimentar.

“La diversidad nunca ha estado en un nivel más alto en Chile que ahora, con tantos tipos de uva diferentes que se utilizan desde la país (la variedad más antigua, que llegó con los españoles) hasta el cabernet y más allá. Estoy seguro de que veremos cada vez más mezclas de vinos en el futuro. También me gusta la diversidad de productores de vino, desde los grandes grupos corporativos hasta los pequeños productores y viñateros. Además, hay asociaciones interesantes como MOVI y VIGNO. El mundo del vino chileno es realmente diverso”, señaló el estadounidense James Suckling, uno de los críticos de vino más reputados del mundo, en declaraciones a Diario Financiero.

Para Suckling, “el vino chileno está sin duda en su mejor momento”. Pero advierte: “Es muy emocionante lo que pasa en Chile, pero me temo que pueda perder algo de impulso. Las viñas parecen estar satisfechas donde están, pero no es suficiente. El nivel de calidad de sus vinos puede mejorar en todos los aspectos. No deberían dormirse en los laureles”.

Por su parte, otro crítico muy reconocido a nivel mundial, el inglés Tim Atkin, quién hace años atrás dijo que el vino chileno era aburrido, ahora señaló que “esta es la mejor selección de vinos chilenos que he probado nunca”.

“Hay varias razones para esto. La primera es la extraordinaria calidad de la añada 2018. La segunda es la mayor difusión geográfica de los vinos chilenos. No hace mucho tiempo, la mayoría de los mejores tintos y blancos procedían de viñedos situados en un radio de dos horas de la capital. Pero ahora pueden proceder de cualquier lugar. Algunas zonas interesantes – Alcohuaz, Huasco, Osorno, Paredones – apenas tienen una década de vida, mientras que otras, sobre todo en el redescubierto Secano Interior- han estado cultivando uvas desde hace siglos. En conjunto, han dotado a Chile de una diversidad envidiable”, dijo Atkin.

Y agregó que “hay un nuevo sentido de confianza en sí mismos. Los chilenos son en general más tranquilos y menos seguros que sus vecinos argentinos. En el pasado, eso se reflejaba a veces en sus vinos y en la forma de hablar de ellos. Pero ya no lo siento así. Los principales productores chilenos saben que sus vinos pueden competir con los mejores del mundo”.

El reconocimiento a esta diversidad del vino chileno, tanto por los críticos como por la industria en general, es un estímulo al gran número de pequeños productores de las más diversas regiones, valles y subvalles del país, sin embargo, los expertos señalan que hay en Chile un obstáculo que persiste, que son la forma en que se definen las Denominaciones de Origen (DO),

“El laberíntico sistema de denominaciones de origen (D.O.) del país”, crea confusión. “Las denominaciones de origen llevan en su mayoría el nombre de los valles fluviales y tienden a ser bastante grandes”, y a pesar de que en 2012 se hizo una nueva división entre Andes, Costa y Entre Cordilleras, éstas según Atkin siguen siendo demasiado amplias.

El enólogo Marcelo Retamal, quién se desempeñó durante 25 años en viña De Martino y ahora está volcado a su proyecto Alcohuaz, en el Valle del Elqui, señaló a DF que “en términos de lugares ha sido muy fuerte el crecimiento, pero en términos de variedades no tanto. Creo que son más conservadores los chilenos. Han llegado variedades nuevas, aparte de cabernet sauvignon, pero serán unas 20 más. Comparado con otras partes del mundo, no es tanto. No hemos sido tan creativos”.

Acerca de las DO, Retamal sostuvo que “las denominaciones en Chile están asociadas a comunas, es decir, es un orden geopolítico. Las D.O. en el mundo no tienen que ver con un tema técnico, ahí hay un error garrafal. No es necesario que venga un geólogo al Maipo para que defina la demarcación. En la práctica todas las apelaciones tienen que ver con temas de marketing y venta, excepto la Borgoña Romanée-Conti (donde nacen algunos de los vinos más caros del mundo). Si miras cualquier apelación del mundo, son tipos que se ponen de acuerdo en un lugar geográfico, para potenciar ciertos vinos, cierto estilo, etc. Por ahí va la flexibilización que necesitamos en Chile”.

(Alejandro Tumayan – todovinos.cl)