Hace hartos años atrás, en Mendoza, no recuerdo exactamente hace cuanto pero en torno a diez años, asistí a unas conferencias sobre el vino donde estaban como expositores el enólogo Yerko Moreno y el profesor de la Universidad de Chile Fernando Santibañez, especializado en asuntos climáticos.
La exposición de Moreno se refirió a la vitivinicultura chilena, un buen recorrido general. Santibañez sin embargo me sorprendió con la información y análisis de las condiciones climáticas de Chile, para abordar el tema del cambio climático y sus consecuencias y los aspectos geográficos tan singulares del país que hacen y harán que los impactos no sean tan nocivos.
Santibañez explicaba que los cambios a nivel climático se venían gestando de manera sostenida y así sería en adelante, y eso lo comprobamos actualmente, pero hacía una salvedad muy singular e importante, no para evitar esa curva de cambios de aspectos climáticos en desarrollo, pero sí para atenuarla: tener por un lado la corriente de Humboldt y al otro la Cordillera de Los Andes.
Los valles en Chile y todo el territorio se ve afectado por los cambios climáticos, es evidente, pero al estar situados entre esa masa de frío que sube desde el Polo Sur pasando por las costas chilenas, y al mismo tiempo contar con un coloso montañoso monumental por el otro, con sus decenas de sub y mini valles con suelos y microclimas diversos, atenúa en esos valles los efectos más agresivos del cambio climático global.
La frontera sur vitivinícola de Chile ya se expande hace varios años, tal vez desde que Felipe Solminihac sorprendió con su Chardonnay de Traiguén, Valle de Malleco, y de ahí en adelante constatamos otros vinos que sorprenden por la latitud de los viñedos, como el Sauvignon Blanc Cordillera de Miguel Torres, del Valle de Osorno; o los excelentes vinos de Capitán Pastene que cuenta con la mano de Juan Alejandro Jofré y Renán Cancino; y también mencionar los vinos de Lago Ranco de Casa Silva, entre muchos otros.
En el centro del país ven como la desertificación avanza desde el norte, con el Valle del Aconcagua en esa frontera climática.
Pero de manera general, al estar entre esos dos elementos naturales potentes, la corriente de Humboldt y la Cordillera de Los Andes, el territorio chileno será en el tiempo uno de los menos afectados por el calentamiento global. Sin embargo, requiere y requerirá adaptabilidad, cambios, y en eso estamos, en momentos de cambios.
Es nuestra loca y rica geografía. Y esto me lleva a desear, abogar, para que junto a una mayor conexión y consciencia telúrica, cada vez más conozcamos la diversidad de vinos que se producen en el país. Ya es importante esa diversidad si la comparamos con años atrás, ha ido aumentando sostenidamente con nuevos vinos de lugares cada vez más singulares, pequeños territorios con sus características únicas que se van conociendo, y ese es el aspecto más rico y exclusivo que tenemos resultado de nuestra loca y rica geografía.
Somos por esencia seres telúricos, muchos adormecidos, pero es esa la conexión en la que hay que con(jugarse), vivirla, para enfrentar el cambio climático: la conexión con lo telúrico. Y esto quiere decir mucho porque trasciende realmente todo en la vida. Acá aparece al hablar de vinos y clima, pero somos seres telúricos en todo momento, tal vez muchos adormecidos en las ciudades en rutinas sistémicas, pero mismo en esas redes capilares urbanas también se pueden hacer “despertar” los aspectos y elementos que más valoramos, practicar, desarrollar, vivir y abrazar cada vez más lo que deseamos, valoramos y queremos, y tratar sin descanso de ser mejores y más libres.
Eso es lo que veo con un cambio complejo y rico que se está gestando a través de la afirmación de nuevos lugares, su gente, vinos, de sus vivencias. La afirmación. Estamos mostrando cada vez más nuestra rica y loca diversidad, y eso en todos los aspectos del país, lo cual me hace ver un futuro no tan gris como a veces se pinta. ¿Optimismo en el centro del huracán? Sí, puede ser un poco, pero se me sale lo telúrico. Salud!
(Alejandro Tumayan – todovinos.cl) (Pintura: Pablo Domínguez)