Heladas, sequía, altas temperaturas e incendios. Esos son los cuatro factores que están marcando la vendimia 2017 en los viñedos chilenos. Estas condiciones han afectado más que nada a los pequeños productores, que son miles en Chile, y además de producir vinos son responsables por abastecer con sus uvas en más del 60% del volumen de la producción de la industria del vino.
En general, entre los miles de pequeños productores, lo que se registra en esta vendimia 2017, es baja carga en las parras, o sea, menos uvas en cada planta, pero lo bueno (en las actuales circunstancias), es que las uvas que están siendo cosechadas están en muy buen estado y presentan una buena y rica concentración, lo que se debe traducir en buenos vinos.
Es claro que habrá menos volumen de uvas, con baja superior al 50%, principalmente entre los pequeños productores y sobre todo los de secano, que para ser honestos, de ahí salen las mejores uvas y los «verdaderos» vinos, los vinos que expresan verdaderamente el terruño, pues al no tener riego artificial, en las uvas se manifiestan las reales condiciones de clima, suelo y humedad del terroir donde crecen con raíces que llegan a más de 15 metros de profundidad.
En esta época de vendimia hemos visitado varios campos en la zona de Cauquenes, territorio que en su mayoría tiene viñedos de secano y con parras de más de cien años. Una parte importante de ellas ha sido afectada parcial o totalmente por los incendios del verano recién pasado. Las parras que no fueron alcanzadas por las llamas están en buen estado, pero con una carga de fruta muy inferior a lo normal, esto principalmente por la sequía que ya suma varios años y por las heladas de septiembre y octubre del año pasado.
Pero lo bueno es que las uvas que están siendo cosechadas presentan una rica concentración que dará lugar a excelentes vinos, cuyo volumen será menor que otros años, a lo que hay que sumar las más de 100 hectáreas que fueron alcanzadas por las llamas, y si bien están rebrotando, mostrando la resistencia característica de las parras antiguas principalmente de uva País, sólo dentro de tres años ofrecerán nuevamente uvas para cosechar.
A pesar de la baja en la carga de las parras, y además de la buena calidad y rica concentración de la uva cosechada, lo que también entusiasma es ver a estos pequeños productores hacer frente a todas estas adversidades de clima e incendios, con una sonrisa en la cara y alguna broma o chiste que sale rápido e ingeniosamente a la palestra provocando una carcajada colectiva.
Como hay menos uva ha subido el precio de venta en comparación a otros años -aunque todavía está por debajo de lo que debería ser-, y el vino de estos pequeños productores también deberá aumentar de precio, el cual históricamente ha estado por debajo de los niveles aceptables, esto debido en gran parte a la alta concentración que existe en la industria del vino que está en manos de no más de una decena de empresas que por su poder comprador avasallador determinan los precios siempre a la baja, pues no hay otras alternativas de venta de uvas y vino para los productores más pequeños.
Lo que se rescata en las difíciles actuales circunstancias es que habrán menos pero mejores vinos; los pequeños productores siniestrados demuestran una gran fuerza y resiliencia para seguir adelante con sus prácticas agrícolas que han heredado de sus abuelos y bisabuelos; y lo que se espera es que finalmente se valore y reconozca la real y fundamental importancia de los miles de pequeños agricultores que siguen dando vida al hermoso y diverso campo chileno.
(Alejandro Tumayan- todovinos.cl)