Lamentablemente hoy en Chile no se favorece a las empresas agrícolas pequeñas, no se protege la diversidad de los pequeños, y así se está matando el paisaje rural de Chile, afirma contundente el enólogo y propietario de Viña Tipaume, Yves Pouzet.
Radicado hace décadas en Chile, donde se casó con Valentina Grez y tuvo dos hijos, después de trabajar como enólogo en Francia y Estados Unidos, Yves Pouzet tiene una visión muy clara de lo que ocurre en el país con los pequeños productores de uvas y vinos.
En 1984, Pouzet llegó a Chile para dirigir el proyecto incipiente de Viña Los Vascos. Después también trabajó en Viña Chateau Los Boldos, y al final de la década de 1990, comenzó a concretar su proyecto de tener una viña propia.
En 1996, Pouzet y su esposa adquirieron el campo de 16 hectáreas en el Alto Cachapoal, donde plantaron viñedos y construyeron su casa y bodega. Actualmente Viña Tipaume tiene 6 hectáreas de viñedos de las variedades Carmenere, Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec, Lacrima Christi y Viognier. Produce vinos orgánicos y biodinámicos, de manera artesanal, de fermentación integrada por ocho meses a bajas temperaturas en barricas y en ánforas de greda.
El resultado: vinos puros, muy buenos de beber, con interesantes características frutales que ganan en su lento proceso de fermentación integrada, que consiste en la selección de los granos de cada racimo y todo va a barricas o ánforas de greda por un periodo aproximado de ocho meses, a bajas temperaturas. Esto asegura un proceso lento e integrado que traspasa al vino las características del terruño, de la fruta, el suelo, clima y el entorno de manera global. Y este proceso de vinificación se realiza totalmente de manera artesanal, sin bombas ni máquinas, lo que complementa el tratamiento totalmente natural de los viñedos, los cuales son orgánicos y biodinámicos sin ninguna intervención, aplicación de herbicidas de ningún tipo, ni siquiera orgánicos, y tampoco se utiliza riego, son viñedos de secano que solo reciben el agua de las lluvias y las parras se abastecen a través de sus profundas raíces.
En un comienzo, cuando plantamos los viñedos, en 1996, regamos dos veces con aguas que bombeamos de un estero cercano, y esto fue justo en plena época de una feroz sequía, pero después de eso estos viñedos crecieron solamente con las aguas de las lluvias, explica Valentina Grez, razón por la que Yves Pouzet se quedó y radicó en Chile, y con quién fundó Viña Tipaume.
La pequeña bodega está en el subterráneo de la casa de los Pouzet, dónde tienen las barricas y ánforas. Al bajar a la bodega y ver las bellas ánforas uno se remonta al mar Egeo o al tiempo de los romanos, pues era en esa época que se usaban ánforas para la producción y transporte de vinos. En Chile, se utilizaban en la colonia las tinajas de greda, pero Pouzet prefiere las ánforas, ya que ofrecen un menor contacto con el ambiente al tener boca más estrecha, y además hay un mayor contacto del vino con la greda. Las ánforas las fabrican artesanos locales.
Viña Tipaume es como un oasis en medio de los bellos campos de la zona de Lo de Lobos, localidad ubicada al Este entre Rosario y Rengo. Hay vegetación nativa que convive con los viñedos orgánicos y biodinámicos, los cuales son certificados por Demeter International, por eso la uva de los mismos es tan apreciada por otras viñas que compran el 70% de la producción. Poco a poco iremos produciendo más vinos, dice Pouzet, en la medida que tengamos más demanda y mercado para los mismos. Por ahora vendemos gran parte de la uva a otras viñas, pero a futuro nos gustaría ir vinificando cada vez más nuestra fruta.
Actualmente la producción es de 7000 botellas, repartidas entre el vino Tipaume y Grez, ambos ensamblajes de 60% Carmenere, 30% Cabernet Sauvignon, 4% Merlot, 3% Lacrima Christi, 2% Viognier y 1% Malbec. La diferencia entre los dos vinos es que Tipaume es fermentado y criado en barricas de roble francés, y Grez es fermentado en ánforas de greda.
Hay diversidad en el campo de Viña Tipaume. El entorno es el paisaje típico de los campos de la zona central de Chile, con la cordillera de fondo y esteros cercanos. Y es en ese entorno que los Pouzet Grez comienzan a dar los primeros pasos en el enoturismo, pues ya cuentan con habitaciones para recibir visitas y cuentan con instalaciones para saborear comidas chilenas junto a los vinos de la casa. Pero además incrementarán la capacidad con la restauración de una casona vieja para tener más habitaciones, además de habilitar un bello rincón bajo los sauces al lado de un estero contiguo a los viñedos. Todo esto se complementa con la pequeña y bella bodega subterránea, donde se pueden beber los vinos al lado de las barricas y ánforas que manifiestan su movimiento interno de fermentación mientras uno degusta los vinos de años anteriores ya embotellados.
Pero todo esto hay que preservarlo y protegerlo, y lo malo es que en Chile prevalece la mentalidad economicista de corto plazo y no hay real apoyo a los pequeños, al contrario, se colocan obstáculos y dificultades para llevar adelante el trabajo que uno realiza. Por un lado organismos como ProChile divulgan en el exterior las bondades de Chile, destacando sus productos naturales, y al mismo tiempo aquí te acosan cada vez más organismos oficiales con una serie de exigencias que le hacen a los pequeños y orgánicos, y no a las grandes viñas. Esto va en desmedro de los pequeños viñateros y agricultores en general, lo cual va matando poco a poco la vida local, la vida rural, señala Pouzet.
En Chile podríamos hacer cosas mucho mejores respecto del medio ambiente, pero lo que ocurre -en ese contexto de mentalidad economicista y corto placista que prevalece-, es que estamos repitiendo errores que en el pasado se cometieron tanto en EEUU como en Europa. Tenemos que proteger lo que tenemos, una diversidad extraordinaria con una ecología muy buena. Este es el patrimonio que hay que proteger, agrega el enólogo oriundo de la Borgoña, agrónomo del Institut Agronomique de París, y especializado en viticultura y enología en la Ecóle National Superieur de Agronomie de Montpellier.
Yves Pouzet está consciente que está cambiando para mejor la visión acerca de la agricultura orgánica, se está valorando más, al igual que hay más interés y aprecio por los vinos de pequeñas viñas, y en ese sentido advierte que hay que tener mucho cuidado con las asesorías que se le están dando a los pequeños agricultores, para que no les introduzcan productos químicos. En esto hay un gran peligro y hay que estar atentos para proteger los terruños, pues en muchos casos los pequeños agricultores solo aplican azufre a los viñedos, pero esto tiene que hacerse sin otros productos adicionados.
Hay que sincerar el sector del vino en Chile, señala Pouzet, sobre todo en la parte agrícola, para que realmente los campos estén libres de herbicidas o pesticidas de síntesis. Y en esto deberían tener un rol muy importante los propios actores del sector, con controles de parte de los gremios, como se hace en Australia y Nueva Zelanda, por ejemplo.
En Chile tenemos un gran patrimonio que son los diversos territorios en los variados valles vitivinícolas de Chile, con las sabidas y especiales condiciones climáticas, de suelo, luminosidad, de gentes, que nos da nuestra rica y loca geografía. Y en esa vasta diversidad hay miles de pequeños agricultores y específicamente viñateros que hacen vinos hace siglos con uvas de parras también seculares. Pues bien, proteger ese patrimonio geográfico y vivo es lo que Yves Pouzet defiende, fomentar y proteger la pequeña agricultura, con sus métodos artesanales, más puros, más humanos, con una comprensión global de la existencia, de los procesos naturales, por sobre los enfoques a corto plazo y sesgados de visiones economicistas.
Por lo que ha logrado, la calidad de sus vinos y certificaciones internacionales, Viña Tipaume puede servir como un referente en el sentido de cómo hacer esa agricultura integrada y global, artesanal y natural en los días actuales, de la mano de este enólogo con potente formación académica y vasta experiencia laboral internacional, que ha elegido la producción a pequeña escala, en base a una visión global y enfoque de vida integral. Y esto lo tenemos y hemos tenido por siglos en el campo chileno, y ha llegado el tiempo en que hay que destacarlo, protegerlo y fomentarlo, pero sin intervencionismos que cambien esas valiosas formas de ver el mundo, la vida, el campo y el vino. .
(Alejandro Tumayan / todovinos.cl) www.tipaume.cl