El Valle del Maule es extenso, diverso y tiene mucha historia. Es la región con más viñedos de todo Chile, y esa marca la tiene desde hace centenas de años y lo sigue teniendo a pesar de la «invasión» de las forestales que han cubierto de monocultivos miles de kilómetros, pero ese es un tema aparte. El Maule incluye viñedos de grandes viñas, medianas y pequeñas, y su diversidad no es más que una de las características de casi la mayoría de los valles vitivinícolas chilenos, lo cual se da por la geografía del país: valles transversales de cordillera a mar.
Y es esta diversidad de Chile la que tiene que ser destacada, conocida y difundida aquí en el país y en el exterior, pues aunque sepamos que ella está ahí, es muy diferente cuando se le conoce directamente, cuando se prueban los vinos y comidas in situ, con su gente, entre sus paisajes, con sus diversos microclimas.
Y eso es lo que permiten iniciativas como el Concours Mondial de Bruxelles Chile, cuya novena edición se realizó la semana pasada en San Javier de Loncomilla, Valle del Maule.
Es digno de destacar la iniciativa impulsada hace ya una década por la enóloga Sylvia Cava y por el belga Baudouin Havaux, quienes apostaron a realizar la versión chilena de este importante concurso internacional de manera itinerante, al igual que el Concours Mondial en Europa, cuya sede cambia anualmente de país.
Esto permite destacar y dar a conocer los diversos valles vitivinicolas de Chile, trayendo especialistas de varias partes del mundo para degustar y evaluar los vinos chilenos y conocer in situ los diversos valles productores, sus comidas, paisajes, gentes y cultura.
Me recuerdo cuando hace casi diez años Sylvia Cava, representante en Chile del Concours Mondial, iniciaba sus prospecciones para organizar el CMB Chile en regiones, idea que recibió el apoyo del Director del Concours, Baudouin Havaux. La primera edición del CMB Chile se llevó a cabo en el Maule, y la segunda edición en Valparaíso. Después el Concours tendría su sede en diversas regiones: Curicó, Aconcagua, Colchagua, Bio Bio, Itata y Millahue el 2014, año en que se recorrieron 1000 km pasando por los Valles del Elqui, Limarí, Aconcagua, Maipo, Rapel, Cachapoal, Millahue, Peumo, Colchagua, Maule, San Javier e Itata.
Este proceso de llevar el certamen a regiones que comenzó el 2007 está ahora por cumplir una década con nueve exitosas ediciones realizadas, consolidándose como uno de los referentes para el vino chileno.
Por diversos motivos, sobre todo de agenda, no había podido PARTICIPAR en los CMB Chile, pero en esta edición 2015, en el Maule, sí pude hacerlo. Y fue una muy grata experiencia conocer por dentro el desarrollo del evento, tanto por las catas a ciegas como por la interacción que se produce entre los jurados provenientes de varios países y la relación que estos tienen con el valle donde se lleva a cabo.
Fue gratificante participar en la evaluación de los vinos en la mesa de catas a ciegas, el intercambio de opiniones y la evaluación personal de cada jurado, las cuales después se promedian y resulta la evaluación final de cada muestra, algo que me parece más apropiado y justo que una sola evaluación personal.
Pero sobre todo ha sido muy enriquecedor recorrer el Maule con especialistas de Brasil, Bélgica, España, Colombia y México. Tanto por los comentarios que ellos hacen al estar en determinado campo o viñedo, como por ser testigo de las impresiones que tienen al enterarse de las características o especificadades de cada zona vitivinícola.
Fue así en Viña Gillmore, tanto por la hospitalidad brindada por sus dueños, Daniella Gillmore y Andrés Sánchez, por sus excelentes instalaciones hoteleras y sabrosa cena de recepción de comida chilena, como por los hermosos viñedos rodeados de bosques nativos, las instalaciones que realizaron para captar agua de vertientes para abastecer las habitaciones, y los viñedos «experimentales» de cepas italianas.
También en el Maule, en la viña J. Bouchon, los miembros del jurado visitamos los viñedos, bodega y degustamos los vinos reposados en los toneles de mano del enólogo Felipe Ramírez. Pero los comentarios más elocuentes fueron para las antiguos viñedos en cabeza de cepa País y más aun sobre las parras País que trepan en los árboles de bosque nativo de las quebradas transversales que separan los demás viñedos, cuyas uvas son cosechadas a metros de altura y que este año 2015 por primera vez se transformaron en el rico vino País Salvaje.
Entre uno y otro recorrido, una didáctica charla de los fundadores de Vigno (www.vigno.org), Andrés Sánchez y Eduardo Bretahuer, para explicar en qué consiste esta asociación de productores de Carignan del Maule. Una potente inciativa que al colocar ciertos parámetros de origen, cultivo y producción, ha contribuido para que se produzcan vinos Carignan del Maule con altos estándares de calidad e identidad.
Otra de las visitas fue a los impresionantes viñedos en terrazas que la Viña Miguel Torres tiene en la localidad de Empedrado, muy cerca de la costa maulina. Un proyecto que lleva varios años y que por acción de los pájaros tardómás de lo previsto, pues solo este año está siendo lanzado el primer vino producido con uvas de esos viñedos: Pinot Noir Escaleras de Empedrado 2012. Las tres cosechas anteriores a esa fueron en su totalidad comidas por diversas especies de pájaros, que encontraron en los viñedos un oasis de ricas uvas en un ambiente totalmente rodeado de bosques de pinos, o sea, encontraron ricas frutas en medio de cientos de kilómetros de árboles y semillas.
Muestras de admiración ante los paisajes de nuestra rica y loca geografía; exclamaciones de júbilo ante aromas y sabores; y muchas sonrisas al compartir llanamente en compañía de buenos vinos. Así se pueden resumir algunas de las impresiones que dejaron los miembros del jurado provenientes de Brasil, México, España, Belgica, Colombia y Chile. Y estoy seguro que esto ocurre porque justamente se está en contacto con el territorio, con la gente, el clima, luminosidad, comida, vinos, brisas, y otros elementos fundamentales para disfrutar y comprender la pasión y el tesón que hay entre los productores chilenos para llevar a la mesa vinos con expresión, con identidad, vinos que te cuentan algo de un lugar en especial. Por eso he destacado el trabajo de los organizadores y el formato itinerante en regiones chilenas del Concours Mondial de Bruxelles Chile, pues sumerge a cada año a importantes amantes y especialistas del vino a nivel internacional, en medio de los territorios que existen en los bellos valles vitivinícolas de Chile.
Y sería más que interesante que en el futuro próximo, los PARTICIPANTES de eventos de esta índole también puedan conocer las experiencias y vinos de cientos de pequeños productores que desde hace generaciones se dedican a la vitivinicultura en diversos valles chilenos.
(todovinos.cl / Alejandro Tumayan)