A mediados del siglo XIX, la filoxera, una plaga devastadora, arrasó con los viñedos europeos, incluyendo las cepas de Carmenere en Burdeos, Francia. Se creía que esta variedad había desaparecido casi por completo del mapa vitivinícola mundial.
Mientras tanto, en Chile, viticultores emprendedores buscaban mejorar la calidad de sus vinos y comenzaron a importar variedades europeas, entre ellas el Merlot. Estas cepas se adaptaron muy bien al clima y suelo chilenos, dando lugar a vinos de gran calidad.
Sin embargo, durante décadas, los viticultores chilenos y expertos en vino notaron ciertas diferencias entre el Merlot chileno y el francés. El chileno presentaba aromas y sabores más complejos, con notas especiadas y vegetales que no eran tan comunes en el Merlot europeo. Estas peculiaridades intrigaban a los expertos, pero no encontraban una explicación satisfactoria.
A fines de noviembre de 1994, el ampelógrafo francés Jean-Michel Boursiquot, reconocido experto en identificación de variedades de uva, visitó Chile y se propuso investigar estas diferencias. Durante su visita a Viña Carmen, analizó las plantas que se creía eran Merlot y descubrió algo sorprendente: los marcadores genéticos y las características morfológicas de estas uvas no correspondían al Merlot, sino al Carmenere.
Boursiquot había encontrado una cepa que se creía extinta, creciendo prósperamente en los viñedos chilenos. Este descubrimiento fue una verdadera revolución en el mundo del vino, ya que no solo rescataba una variedad perdida, sino que también explicaba las características únicas de los vinos chilenos que antes habían sido un misterio.
El redescubrimiento del Carmenere tuvo un profundo impacto en la industria vitivinícola chilena, pues se convirtió en el principal productor de Carmenere a nivel mundial; los viticultores chilenos comenzaron a explorar el potencial de esta cepa, creando una amplia gama de vinos con diferentes estilos y perfiles aromáticos.
El redescubrimiento del Carmenere en Chile es una historia de casualidad, perseverancia y pasión por el vino. Esta cepa, que se creía perdida para siempre, encontró en Chile las condiciones ideales para desarrollarse y expresar su máximo potencial. Hoy en día, el Carmenere es uno de los embajadores más importantes del vino chileno en el mundo.
(Alejandro Tumayan – todovinos.cl)