Diversos actores del sector alertan de un preocupante 2024 con alteraciones en el vino por el calentamiento global, que debido a las temperaturas más elevadas altera las condiciones organolépticas con mayor concentración de azúcares en la uva y, por ende, mayor graduación alcohólica de los vinos.
De hecho, son muchos los que opinan que el sector vitivinícola se enfrentará a un desafío sin precedentes debido al impacto del cambio climático en las características organolépticas del vino. Este fenómeno, marcado por un aumento en la concentración de azúcares en la uva y, por ende, en la graduación alcohólica de los vinos, está obligando a los productores a replantear y adaptar sus métodos de cultivo y elaboración.
Expertos del sector, como la enóloga y química del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), María Pilar Sáenz Navajas, y Andrea Casquete, técnico de I+D+i y directora de proyectos de la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV), han expresado su preocupación ante este fenómeno. Según Sáenz Navajas, el aumento del grado alcohólico incide negativamente en el perfil sensorial del vino, afectando principalmente las notas frutales y generando un impacto en la percepción en boca y en nariz.
Este incremento en el contenido alcohólico se debe, según los expertos, al desacoplamiento entre la maduración tecnológica y fenólica de la uva, un fenómeno provocado por las elevadas temperaturas. Este desbalance entre los niveles de azúcar y la maduración fenólica y aromática resulta en vinos menos equilibrados y con potenciales desviaciones en sabor y aroma. Pablo Franco, director técnico de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, ha subrayado recientemente en varios medios la importancia de la maduración fenólica para la calidad del vino, indicando que una maduración insuficiente puede resultar en un vino desbalanceado y con notas vegetales o amargas no deseadas.
Otro factor de preocupación es la menor variación térmica entre el día y la noche durante los meses de calor, afectando directamente la formación de antocianos, esenciales para el color del vino. Además, la mayor incidencia de radiación solar está disminuyendo la acidez de los vinos, crucial para la frescura y el equilibrio organoléptico, tanto en vinos blancos como en tintos.
Ante este escenario, la industria vitivinícola está implementando diversas estrategias para adaptarse. Desde la búsqueda de nuevas variedades de vid más resistentes y adecuadas al cambio climático hasta la implementación de tecnologías que permitan reducir la cantidad de alcohol en los vinos ya elaborados, el sector busca mantener la tipicidad y las características distintivas de cada denominación de origen y variedad.
La PTV ha notado una preocupación creciente entre los productores, especialmente en bodegas familiares y pequeños viticultores, quienes requieren asistencia para adaptarse a estos cambios. Por su parte, Franco asegura que, aunque la calidad de los vinos de la DOCa Rioja no está en riesgo, es vital aplicar técnicas vitícolas adecuadas para preservar la tipicidad y minimizar las alteraciones en las características del vino.
El sector vitivinícola se encuentra ante un reto significativo provocado por el cambio climático. La adaptación a través de la innovación y el desarrollo de nuevas prácticas y tecnologías se presenta como una solución para mantener la calidad y las características únicas de los vinos, asegurando así su futuro en un contexto ambiental en constante cambio.
(vinetur.com)