En las más de dos décadas dedicado a las informaciones en el mundo del vino, he aprendido y escuchado de expertos técnicos que lo ideal es que las botellas de vino sean cerradas con tapones de corcho natural (producidos con corteza de alcornoque), pues permiten una delicada y mínimo aporte de oxígeno al vino, lo cual es importante para la evolución del vino en botella, mientras que los tapones sintéticos serían totalmente herméticos, lo que no sería recomendable.
De parte de los fabricantes de tapones sintéticos, las tesis más comunes que defienden para sus productos es que al ser producidos industrialmente con tecnología avanzada, son totalmente impermeables y así no permiten la aportación de oxígeno al vino cuando están en periodo de guarda en botella, asegurando la calidad de éste y que no sean contaminados con oxígeno y su supuesto deterioro por la interrelación con el ambiente exterior.
Pues bien, ahora me sorprendo con los resultados de un estudio dado a conocer por la Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña (AECORK), en base a los cuales se cae esa idea de que los tapones de corcho aportan oxígeno al vino y los tapones sintéticos son totalmente herméticos.
Los resultados del estudio se dieron a conocer en el seminario «El tapón de corcho y su interacción con el vino y el cava» celebrado en el Museo del Corcho de Palafrugell, desde donde el sommellier Xavier Bassa, que asistió al evento, nos cuenta la sorpresa, al igual de quién escribe, con las conclusiones de las pruebas con tapones de corchos naturales y sintéticos realizados por la empresa Amorim.
El especialista Paulo Lopes, de Amorin, la empresa más grande del mundo en el sector del corcho, y que dispone de un departamento técnico muy avanzado en I + D + I, señaló que en un tapón de corcho veremos que está formado por casi un 90% de aire, atrapado en sus lenticelas (plasmodesmates). Al tapar una botella con un corcho natural, éste, debe someterse a una considerable compresión, para poder penetrar en el cuello de la botella y para que una vez dentro, éste presione contra el cuello y sea estanco con la pared de vidrio.
Según los estudios realizados por Amorin, vieron que, por esta compresión del tapón, durante los dos primeros años del tapado de la botella, el corcho va liberando lentamente este O2 natural de la composición del tapón. Por lo tanto, sí que hay una aportación de O2 al vino, pero sólo durante los dos primeros años posteriores al tapado, y luego el tapón permanece completamente estanco.
Para poder demostrar si había un intercambio de oxígeno entre el interior y el exterior de la botella, guardaron las botellas en una atmósfera contaminada con unos marcadores exógenos. Los tapones utilizados fueron de corcho natural, corcho microaglomerado, Nomacorc light, Nomacorc premium, Rosca saranex. De modo que, si el tapón respiraba, todos estos contaminantes pasarían al vino, y mediante un análisis se podrían detectar.
Para las botellas tapadas con corcho natural, no hubo intercambio de oxígeno. Para las botellas tapadas con tapones sintéticos, en todo momento presentaron una permeabilidad, las botellas tapadas con tapón de rosca, las que llevaban junta de estaño eran impermeables, y las que llevaban junta plástica, eran permeables.
Entonces se concluye que el mejor taponamiento era el de corcho natural, ya que es el único que ofrece una absoluta estanqueidad del tapado, y la aportación inicial de oxígeno, ayuda a la evolución y estabilización del vino. Hay una microoxigenación inicial, pero después de estos dos primeros años, el tapón, no «respira».
Por lo tanto, en base a esos estudios de Amorim, la microxigenaciómn inicial por alrededor de dos años al vino que permiten los tapones de corcho natural, es importante para la evolución del vino en botella, mientras que los tapones sintéticos o de rosca no permiten esta aportación de oxígeno inicial y son permeables o impermeables, por lo que pueden ser factor de deterioro del vino.
(Alejandro Tumayan / todovinos.cl)