La región francesa de Burdeos, famosa por sus vinos tintos, ha decidido arrancar parte de sus viñedos para hacer frente a la caída de la demanda provocada por la crisis de precios actual y el cambio de gustos de los consumidores.
Según el Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos, se han aprobado el arranque de unas primeras 9.500 hectáreas de viñedo, con una prima de 6.000 euros por hectárea, lo que supone un total de 57 millones de euros. Esta medida, que afecta a un 10% de la superficie vitícola de Burdeos, busca reducir el excedente de producción y mejorar la calidad y la competitividad de los vinos de la zona.
La decisión de arrancar viñedos no ha sido fácil ni unánime. Los sindicatos agrarios reclaman una compensación mayor, de 10.000 euros por hectárea, y una supresión total de al menos 15.000 hectáreas, lo que supondría una ayuda de150 millones de euros o más.
Los sindicatos consideran que unas 35.000 hectáreas de viñedo están en riesgo de desaparecer por la poca rentabilidad que ofrecen. Una superficie para la que el sector productor lleva pidiendo desde el año pasado medidas urgentes y contundentes que impidan «continuar vendiendo con pérdidas y que aumenten las quiebras». Para la Confédération Paysanne, el sindicato agrario minoritario, «este plan muestra claramente que la interprofesional no quiere asumir la magnitud del desastre laboral en curso, del que es principal culpable. Es la economía de una región que se derrumba y la respuesta no es suficiente».
Argumentan que el arranque voluntario no es suficiente para resolver el problema estructural del sector, que sufre una sobreoferta crónica y una pérdida de mercado frente a otros países productores. Además, denuncian que el arranque beneficia a las grandes bodegas, que pueden comprar uva a bajo precio, y perjudica a los pequeños y medianos viticultores, que se ven obligados a abandonar su actividad.
Por otro lado, algunos representantes del sector se oponen al arranque y abogan por otras medidas, como la reconversión varietal, la diversificación de los mercados o la promoción de la calidad y la sostenibilidad. Consideran que el arranque es una solución a corto plazo que puede tener consecuencias negativas a largo plazo, como la pérdida de biodiversidad, la desertificación rural o la renuncia a la identidad y la tradición vitivinícola de Burdeos.
Otra de las medidas que proponen los sindicatos es la destilación de crisis nacional, que cuenta con 160 millones de euros en dos fases y que despierta interés entre los dueños de viñedos bordeleses. «Burdeos podría destilar 400.000 hectolitros de vino según las cantidades y las asignaciones», indican desde el colectivo de viticultores de Gironda.
Situación la Burdeos parecida a la que está ocurriendo en España en Rioja, rival de Burdeos en el mercado internacional. De hecho, desde ABRA, la asociación que agrupa a las bodegas de Rioja Alavesa, han solicitado al órgano que regula la Denominación de Origen Calificada Rioja que se elimine el 10% de los viñedos que se han plantado en la última década en lugares «sin vocación vitícola», es decir que no son adecuados para el cultivo de la vid. ABRA afirma en una nota de prensa que esta medida pretende «asegurar la calidad y el renombre» de los vinos de Rioja y prevenir la «sobreoferta» que pone en riesgo al sector. Una propuesta, no obstante, que no ha sido bien acogida por la mayoría del Consejo Regulador.
(vinetur.com)