La homogeneidad en el vino, una tendencia que persiste

homovin1A pesar de los enormes avances de los últimos años respecto a la producción de vinos de diversas zonas vitivinícolas, algunas nuevas, otras históricas pero olvidadas o renegadas, persiste todavía en Chile una tendencia a la homogeneidad en el vino.

En los últimos años se han conocido una buena cantidad de vinos que han llamado la atención por sus especiales características de aromas, sabores y origen, lo cual ha traído un poco más de dinamismo al escenario del vino en el país, dominado por una homogeneidad que se basa en lo «correcto» o como algunos lo llaman por «vinos bien logrados», pero aburridos y sin identidad.

Eso de lo «correcto» o «vinos bien logrados» son calificaciones que rayan en el eufemismo para clasificar vinos aceptados comercialmente en el retail, vinos de «aceptación general» por los consumidores. Pero esta tendencia poco original y muy limitada al final lo que hace es ahuyentar a los potenciales nuevos amantes del vino, pues son vinos genéricos, sin identidad, sin presentar nada novedoso, sabroso o especial. Y esto es grave porque en Chile sí hay muchos vinos «entretenidos», sabrosos, diferentes y desafiantes que invitan a conocerlos, y eso se da de manera natural por la enorme y rica diversidad geográfica y de clima que tiene el país, además de la diversidad de sus habitantes a lo largo y ancho del territorio nacional.Lo difícil es que esos vinos diversos lleguen a los consumidores, pues las condiciones de distribución son muy adversas y de gran concentración, aunque poco a poco surgen nuevas iniciativas en ese plano.

Pero la tendencia a la homogeneidad persiste. Así se percibe cuando se degusta de manera sistemática una buena cantidad de vinos: la mayoría son vinos «correctos» o «bien logrados», o sea, tienen una calidad que califica para su comercialización nacional e internacional según los patrones del retail, pero el problema es que no presentan ninguna diferencia entre sí, no denotan su origen o identidad, se pierden en ese mar de vino homogéneo que ha caracterizado a la industria del vino chileno en las últimas décadas.

elperla4Gracias a algunas pequeñas viñas, iniciativas de enólogos y sus proyectos e incluso alguna viña mediana que se anima a buscar la diferencia en el vino y no en el marketing, tenemos actualmente en Chile una mayor variedad de vinos para probar que presenten algo novedoso, diverso e interesante, que cautive a antiguos y nuevos consumidores.

No obstante, la tendencia a la homogeneidad persiste, y no sólo en la gran industria del vino, sino también en algunas iniciativas de «recuperación» de cepas patrimoniales o históricas, y también en la clasificación de vinos no industriales. Se trata de imponer «una» manera de entender el vino y el hacer vino, se tratan de imponer formas «correctas» de hacer vino y «estándares cualitativos aceptables». Pero estos parámetros impuestos llevan a la homogeneidad, a la pérdida de las características esenciales que las definen formas antiguas e históricas de hacer vino en diversas localidades del país, omitiendo las características del terruño, entendiendo éste como el conjunto de condiciones físicas y culturales de determinado territorio.

Que la industria enfocada en el retail trabaje con inmensos volúmenes y necesite de la homogeneidad de lo «correcto» y de «vinos bien logrados» es algo intrínseco a ella y sus dimensiones, mecanismos y formas de trabajar, producir, comercializar y entender el vino, pero que esto sea tomado como el «patrón» aceptable a nivel cualitativo lleva a una mirada sesgada de la cultura vitivinícola de Chile, de su potencial futuro y de su historia.

He leído también «recomendaciones» que sugieren que para impulsar vinos de antiguas variedades producidos por pequeños agricultores se apliquen modelos de la gran industria, algo totalmente sin sentido que mataría justamente lo característico y único de esos vinos y sus formas de hacerlo. Y esto ocurre porque prevalece el enfoque de la homogeneidad, que busca acabar con la diferencia en pro de parámetros «exitistas» y no se comprende lo que es y ha sido la cultura del vino.

elperla1Otros proyectos buscan apadrinar pequeños productores «facilitándoles» manos expertas para trabajar sus uvas, lo cual va en el sentido contrario de impulsar y apoyar la producción propia de los viñateros que por generaciones han resistido y persistido en el quehacer vitivinícola.

Estamos por aquellas iniciativas que buscan impulsar la diversidad apoyando la producción basada en la identidad, promoviendo la diversidad, resaltando la riqueza de los terruños y territorios, aportando, eso sí, elementos actuales que ayuden en materias específicas a que esos vinos sean producidos en mejores condiciones materiales pero sin interferir en sus estilos y características propias. Y lo bueno, aunque en escaso número, es que esas iniciativas existen y esperemos que se vayan multiplicando y consolidando, con lo cual se asegurará una mayor y diversa oferta de vinos chilenos al futuro, rescatando la rica historia de la vitivinicultura chilena y contrarrestando de alguna manera esa aburrida homogeneidad que persiste y que no se condice con la riqueza de los terruños y/o territorios nacionales.

(Alejandro Tumayan / todovinos.cl)