Desde hace algunos años el 4 de septiembre se celebra en Chile el Día Nacional del Vino, nueva efeméride que definitivamente ha caído en el espectro del marketing puro y más crudo, sin que en una fecha tan significativa se realice ni siquiera alguna reflexión o balance de este sector productivo, sino que se transformó en una agenda de eventos, promociones y estrategias de ventas que deja totalmente fuera el abordar y reflexionar acerca de los desafíos, logros y problemáticas de la vitivinicultura chilena.
Es totalmente legítimo que parte importante de las viñas medianas y grandes busquen en esta fecha incrementar sus ventas aludiendo a la nueva efeméride, pero es sintomático y negativo que entidades del Estado, asociaciones gremiales privadas y sectoriales no hagan un trabajo de reflexión y balance del sector vitivinícola, enfocándose en los logros, problemas y desafíos, sino apenas concentrándose en esfuerzos de ventas que como dijimos son legítimos, pero no bastan y omiten un ejercicio en pro del desarrollo sustentable de esta importante rama productiva del país.
Y más que una fiesta popular y masiva como fue el primer enfoque al crear esta efeméride, el Día Nacional del Vino es una celebración que lamentablemente se ha enfocado solamente en los brindis y discursos vacíos que ignoran u omiten la dura y delicada realidad de, por ejemplo, decenas sino de cientos de miles de pequeños y medianos productores que están al borde del colapso por la irreal escala de precios y tratamiento desproporcionado de las viñas y empresas más grandes que dominan el mercado.
Tampoco se escucha alguna reflexión o mea culpa acerca de los programas del Estado que durante varios gobiernos y de manera transversal, están gastando cientos de miles de millones de pesos en programas “de apoyo” a los productores vitivinícolas que al final no dan los resultados que en el papel se veían excelentes.
No se ve tampoco ninguna iniciativa que busque divulgar de manera consistente y permanente los beneficios del consumo moderado de vino junto a una dieta saludable; y si bien muchas viñas aprovechan esta fecha para aumentar las visitas a sus propiedades y bodegas, eso no alcanza para acercar a la población a la vitivinicultura, insertar a más personas en la cultura del vino y hacer que más chilenos sientan y conozcan de manera fehaciente y entusiasta la vitivinicultura, y esto porque la gran mayoría de esas iniciativas están enfocadas solamente en las ventas.
Chile es un gran productor de vinos y su diversidad geográfica por fin se ha reconocido e impuesto con un abanico de diversidad que es muy escasa en el mundo, produciendo una variedad de vinos con características únicas y diversas que hace de nuestra vitivinicultura una de las más ricas del mundo.
Lógicamente celebraremos este Día Nacional del Vino pero nos queda un gusto amargo por lo sesgado de esta celebración, la miopía de las grandes empresas del sector y sus agrupaciones, así como algunos estamentos del Estado, que solo ven sus intereses y desempeños sin importar la “salud” de todo el sector. Las ventas y el marketing se han impuesto, pero la realidad de la vitivinicultura nacional está ahí, en los campos, en los viñedos de cientos de miles de pequeños productores que sustentan el sector y que siguen relegados a una participación sin voz a pesar de su importancia para la propia industria y para el desarrollo sustentable de la agricultura y el país.
(Alejandro Tumayan – todovinos.cl)